Como ocurrió con los chicos encerrados con llave y quemados vivos en un búnker de trabajos forzados en Las Malvinas, Alexandra y Carlos, casi unos niños, también han muerto encerrados, pero dentro de la cajita feliz de Mc Donalds. No solo han muerto como producto de las negligencias de la empresa, sino como consecuencia de la ausencia de un Estado que vele por sus derechos.