La carrera política de Castañeda colapsa como el puente amarillo al que bautizó como Solidaridad. Una vez más, el nombre de ese puente, el de su partido político, expresaban el cinismo de su proyecto: quería pasar como alguien comprometido con los problemas de la gente mientras por lo bajo se metía dinero ilegal en los bolsillos y dejaba a la población más desprotegida. Robó y no hizo nada más.