Cada día los limeños se juegan la vida saliendo a esa jungla mal pensada, esa bomba de relojería que entraña corrupción, negligencia, autoridades inescrupulosas, impunidad y coimas. Y sobre todo poco respeto por la vida. La Javier Prado, ese recorrido infernal y caótico que chupa horas de existencia a la gente, mata, lenta o violentamente. Suma a la indignación que la ley no sea la misma para todo el mundo: mientras unos pagan, otros gracias al dinero, la clase o el lavajuez, evaden sus responsabilidades.