Jorge Muñoz será quien reemplace al que probablemente ha sido el alcalde más desastroso de la historia capitalina, o sea, tiene que ser muy pero muy malo para hacerlo peor. La herencia paupérrima de Castañeda hace que a poco que una persona actúe con un mínimo de honestidad y sentido común, ya sea mejor que su impresentable antecesor. Por ahora celebremos que aunque Urresti no entró en la cárcel al menos no le dimos la llave de la ciudad para encerrarnos a todos. Felicidades Lima por no dejarnos en manos de esos tres impresentables. El reto de Muñoz, entre otros, será hacer de esta una ciudad inclusiva de verdad y no exacerbar su ya consabido clasismo.