Ayer por la noche la ministra de Salud española renunció a su cargo porque le ampayaron irregularidades en la manera como obtuvo un máster. Hace un par de meses, el ministro de Cultura de España tuvo que renunciar porque le sacaron un lío fiscal bien gordo. La presidenta de la comunidad de Madrid también tuvo que renunciar porque falsificó otro máster y además la ampayaron robando una crema. El ministro de Cultura de Chile, por su parte, renunció también porque le citaron unas declaraciones muy desafortunadas. En fin, la gente, incluso la gente con poder, renuncia. Claro, porque incluso esta gente que patina o que hace trafa, sabe que en determinado momento su sola presencia en el escenario público es infinitamente peor para su intereses propios o partidarios, y ya ni qué decir para los de la nación. El Perú debe ser el único país en el mundo donde a un fiscal de la nación le sacan tantos trapos sucios y ni se inmuta. El señor sigue ahí aferrado a su poder, confiado en que los fujimoristas del Congreso no le van a dejar caer. ¡Como si alguien pudiera confiar en un fujimorista!


Foto: Andina